"La verdad tiene un sabor a disparate y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que ya no quieren seguir engañándose a si mismos. Hermann Hesse"

27 de noviembre de 2008

Miguel Rix - Y GRITÉ MIL AÑOS

Un día, estaba hasta la polla de todo mi cuerpo,

y me arranqué de cuajo el alma.

¡Ahí la tienes!, le dije a un duende,

¡dásela a otro con menos pena!.

Se me escapó por la rendija, y se llevó los restos de mi piel helada...


Cien batallas, y los huevos: negros de tanto humo,

cien estrellas, y con ellas: volándome la cordura,

la ruleta rusa en la que siempre perdí.


Y escuché los cuchicheos..., las viejas de mi bosque criticaban,

¡dale!, ¡dale!, por ahí va el cuerpo del loco,

pero luego: yo:¡ la brisa!...

Y se echaron las manos al bolso... ¡cuidado!,

Que sin cuerpo no puedo robaros...

¡Ni quiero!.

Y un día, el duende regresó...


¡oye tú, maldito loco!, toma tu piel, y tu alma,

que no las quiero -dijo el cabrón-,

Yo no dije nada, pero me respondió:

Me las probé un día, y ahí te las dejo,

Cuenta, cuenta..., eso sí me interesó...


Me puse tus ojos y le vi las fauces a los lobos:

A los malos, no a los que no dejan aullar;

Me puse tu boca, yese sabor tan bello a frutas prohibidas...

Desde entonces ya no me gusta na`

Me puse tus botas, las de irte a andar...,

me sacaron de la ciudad,

Y fui a charlar: con los robles, con las nubes, con los montes...

Lejos de toda mancha de humanidad.


Me puse tu corazón... ¡y no estaba roto!,

¡es que latía!; y latía y gritaba y se desgarraba: funcionaba;

pero nadie le oía y su llanto: ¡cuanto dolía!.

Ahí te quedas con tu alma, que yo no la quiero, me marcho.


El duende marchó, y eché al fuego el alma,

Y me vuelve a doler el pecho,

de vivir, por vivir;

de soñar, por soñar...


Y de repente morí,

condenado a escribirle canciones a no sé qué dios maldito,

en un infierno sin hogueras,

lleno de palabras mal-nombradas,

lleno de esclavos con dueños... sin sueños.

Lleno de amor mal-llamado pecado,

y matando a cada voz, que suene desde fuera de palacio.


Mi condena son mil años gritando,

a un mundo que nunca ha escuchado,

A un dios que debe andar borracho...

¡Perra condena!.

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